lunes, 18 de agosto de 2008

Desde COLOMBIA: Cómo vivir la espiritualidad marista


Agua de la Roca
La espiritualidad Marista tuvo sus orígenes en Champagnat y en los primeros hermanos, quienes pensaban difundir la vida de Cristo en el mundo. Formaban un pequeño grupo que vivía con humildad y sencillez (cf. 33), y que tenía por misión dar a conocer a Jesucristo y hacerlo amar tomando a María como modelo y camino para llegar a Jesús.
El sentimiento de esta comunidad se resume en pasión por Dios y compasión por los demás. Este modo de vivir el evangelio se ha ido propagando como un fuego inextinguible hasta nuestros días, enriqueciendo nuestra espiritualidad marista.
Dentro de esta espiritualidad, hemos heredado varios aspectos fundamentales que van unidos al apostolado y que ayudan a proclamar la buena nueva a los hombres de hoy. El H. Teófilo en el cursillo que nos ha dado a su paso por Colombia en los días 21, 22, y 23 de abril subrayó dos con especial fuerza. Son los siguientes:
1. La oración como medio para encontrar la fuerza del Espíritu Santo en la realización de nuestra misión. En el fondo encontramos aquí la relación importante entre oración y misión, o como también se puede decir, entre contemplación y acción. Esos dos aspectos no son la misma cosa, no se pueden confundir, pero están íntimamente relacionados con lo que el H. Teófilo presenta como una “relación de equilibrio”. Como ejemplo alude al nº 131 de Agua de la roca que presenta a María como la mujer que realizó de un modo perfecto ese equilibrio al considerar como un todo las narrativas y las realidades que ellas representan de la Anunciación (contemplación) y de la Visitación (acción).
2. La eucaristía como lugar privilegiado de comunión con Cristo y su cuerpo que es la Iglesia. En este modo, no es de admirar que el nº 23 de Agua de la roca nos presente la vivencia de la Eucaristía “fuente y cima de la vida cristiana” como el sacramento por excelencia que “nos lleva al centro de la vida espiritual del marista”. El nº 104 repite la misma idea, destacando, tal vez con más fuerza, la dimensión comunitaria de nuestra vida, fruto también de la vivencia de la Eucaristía. Así que tampoco es de extrañar que este número aplique a la persona cuatro adjetivos que vienen totalmente del mundo eucarístico: “a lo largo de nuestros días nos sentimos reunidos, bendecidos, partidos y compartidos” (cf. también 86). Y, sin dificultad, aquí vemos también la Eucaristía como fuerza y sustento para nuestra entrega a los demás de la misma manera que Cristo lo hace.
María nos muestra el buen camino, como lo hizo con la comunidad fundacional. Al igual que ella, los maristas debemos estar dispuestos a anunciar con alegría, escucha, disponibilidad e interiorización la buena noticia. María está presente en medio de nuestras vidas y nos invita a seguir a Jesús (cf. 131-134).
La comunidad marista, formada por los hermanos y el laicado, ha recibido una espiritualidad, que se manifiesta de muchas formas. Pero siempre debe ser valiente y entusiasta para extenderla al mundo mediante su testimonio para convertirse en un gran río de agua viva que lleva la fuerza del Espíritu Santo (cf. 43). Y el nº 97 completa diciendo que “es una espiritualidad que celebra el misterio de la Trinidad… y nos capacita para “sentir con” nuestros hermanos y hermanas, compartir sus vidas y unirnos a ellos en amistad”. De hecho estamos en presencia de una espiritualidad comunitaria (cf. 105, 140) donde, dice aún el nº 97, “poco a poco, un grupo de personas individuales puede llegar a constituir una comunidad con un solo corazón y un mismo espíritu”.
De todo corazón damos las gracias al H. Teófilo por recordarnos y hacernos apreciar esta riqueza insospechable que tenemos en Agua de la roca.
Fuente : http://www.champagnat.org/
Recomendamos leer el libro "Agua de la Roca" Un material de primera para el conocimiento y vivencia de nuestra espiritualidad.

domingo, 17 de agosto de 2008

El evangelio de hoy, domingo 17 de agosto.


Mujer, qué grande es tu fe
Lectura del santo Evangelio según San Mateo 15, 21‑28
En aquel tiempo, Jesús salió y se retiró al país de Tiro y Sidón.
Entonces una mujer cananea, saliendo de uno de aquellos
lugares, se puso a gritarle:
—Ten compasión de mí, Señor Hijo de David. Mi hija tiene
un demonio muy malo.
El no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
—Atiéndela, que viene detrás gritando.
El les contestó:
—Sólo me han enviado a las ovejas descarriadas de Israel.
Ella los alcanzó y se postró ante él, y le pidió de rodillas:
—Señor, socórreme.
El le contestó:
—No está bien echar a los perros el pan de los hijos.
Pero ella repuso:
—Tienes razón, Señor; pero también los perros se comen las
migajas que caen de la mesa de los amos.
Jesús le respondió:
—Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas.
En aquel momento quedó curada su hija.
Reflexiona sobre el contenido de esta lectura y aplícalo a tu vida personal.